A medida que las necesidades de salud de las escuelas han cambiado desde 1902, el papel de la enfermería escolar ha evolucionado para satisfacer esas necesidades cambiantes.

La enfermera escolar desempeña un papel de liderazgo importante en la prevención de enfermedades o lesiones, la identificación de problemas médicos a través de programas de detección y el mantenimiento de la salud general. Esto es particularmente importante cuando un estudiante tiene una condición crónica que requiere un seguimiento más intenso. Una de esas condiciones es el síndrome de Marfan. Se estima que 200.000 personas en Estados Unidos padecen el síndrome de Marfan o un trastorno relacionado del tejido conectivo, aunque a muchas no se les diagnostica hasta que pone en peligro su vida.

La enfermera escolar se encuentra en una posición única para identificar a los estudiantes que necesitan una evaluación del síndrome de Marfan. La comunicación sensible y profesional de esta preocupación puede ayudar a identificar, diagnosticar y gestionar a los estudiantes que, de otro modo, habrían pasado desapercibidos. El diagnóstico y el tratamiento tempranos son cruciales para garantizar que los afectados tengan esperanzas de tener una vida normal. Si no se diagnostica y se trata adecuadamente, se prevé que muchas, si no la mayoría, de las personas afectadas sufrirán una disección y rotura aórtica potencialmente mortal entre los treinta y los cuarenta años (The Marfan Foundation, 2000).